Hacer pan vivo, con ingredientes reales, a mano y tomar el tiempo para que la naturaleza actué, es no olvidarse de esa esencia que hemos heredado, deteriorada hoy por la tecnología y desdibujada por decenas de químicos y preservantes que denigran lentamente la salud del ser humano.
Cada día, en realidad avanza el materialismo, que no digo que no sea útil, sino que al intentar buscar en todo la practicidad y el ahorro de tiempo, se pierde ese espíritu que impregna el mundo y en el cual está contenida la verdadera sabiduría.
La observación y la contemplación de la vida, están mandadas a recoger porque todas las respuestas ya se consiguen con un clic, sin necesidad de pasar por el engorroso momento de experimentar por mi mismo, para tener que sacar las conclusiones.
Me sorprende ver en aquellos materialistas recalcitrantes, el fastidio que sienten por las artes en todas sus expresiones. Llaman vagos a los que aprenden poesía, a los que pintan sus visiones del mundo, a los que danzan siendo uno con las melodías y a los que utilizan sus manos para preservar los oficios, que ni los chinos con sus máquinas logran insuflar en sus tristes copias.
No solo es lo que vemos, es lo que realmente está allí y para tener acceso a eso, debemos utilizar la cabeza y el corazón.
PANeCASA que hoy cumple 6 años ha sido el desafío que tuvo en su momento que enfrentar David con Goliat, representado este último, por un lado con las mega empresas (con las cuales no hay riego de competir) y por otro con los prejuicios, que derivan por ejemplo de ser “un panadero” que respeta la tarea de hacer pan, cuando pudiera hacer otra cosa “mejor” y de mayor nivel.
PANeCASA nos ha enseñado que todo lo bueno toma su tiempo. Que no se puede tener el control de las cosas como se quisiera y máxime, cuando lo que se ofrece es más que un producto. Que quienes han venido comprendiendo el significado de este oficio, esperan pacientemente y luego disfrutan de las bondades de esa acción, con panes que respetan al ser. Y finalmente, que no se trata solo de dinero, que es importante, sino de lo que es capaz de generar el pan tanto en quien lo come, como en nosotros los que giramos en torno a sus procesos.
Gracias por acompañarnos en todo este tiempo, por confiar y reconocer la esencia de todo. Seguimos con amor.
Josevi & Lapuente
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